LIvros

REDLARA: LIvros (Reproducción Humana e Infertilidad)

Síndrome de Hiperestimulación Ovárica

Iván Valencia Madera

INTRODUCCIÓN
Luego de la presencia de gestación multifetal, el síndrome de hiperestimulación ovárica
(SHO) es, sin lugar a dudas, la complicación fisiológica inmediata más seria que
aparece en pacientes sometidas a la hiperestimulación ovárica controlada (HOC) en las
técnicas de reproducción asistida. Comprende una serie de alteraciones inducidas
iatrogénicamente, poco comunes y que potencialmente pueden poner en amenaza la
vida misma de la paciente.
Se trata de una respuesta exagerada o suprafisiológica del ovario, desencadenada
prácticamente siempre luego de la administración de hormona gonadotropina coriónica
(HCG) exógena, después de los esquemas de estimulación ovárica que utilizan
preferentemente gonadotropinas humanas exógenas, con alta incidencia en ciclos con
análogos de la hormona liberadora de gonadotropinas (a-GnRH). Se supone que la
razón de su aparición con el uso de agonistas radica en el hecho de que el pico preovulatorio
de hormona luteinizante (LH), motivo frecuente de cancelación de ciclos con
los protocolos de estimulación ovárica empleados inicialmente, se ve abolida con estos
fármacos de tal manera que se elimina uno de los mecanismos protectores del
organismo que evitan una actividad ovárica excesiva.

FISIOPATOLOGÍA Y MANIFESTACIONES CLÍNICAS
Aunque la mayoría de las manifestaciones clínicas del síndrome aparecen en el período
postovulatorio (o postrecuperación ovocitaria) de un ciclo estimulado, pueden
presentarse signos y síntomas predictivos de SHO tempranamente en la fase de
estimulación del mismo.
FIGURA 1. Ovarios hiperestimulados
2
El síndrome consiste en el crecimiento ovárico bilateral exagerado a expensas de la
presencia de múltiples folículos (Figura 1), niveles suprafisiológicos de estradiol (E2) y
progesterona (P4), combinado con una serie de patologías secundarias a una creciente
permeabilidad capilar que ocasiona una rápida pérdida de fluido rico en proteínas desde
el espacio intravascular. La HCG desencadena una luteinización folicular masiva, con
liberación de mediadores intraováricos que inducen hiperpermeabilidad capilar,
probablemente asociada a un incremento de la angiogénesis(1). Por otro lado, también
se produce una depleción de albúmina al espacio intravascular con aumento de la
presión oncótica y la consiguiente hemoconcentración y acumulación de ascitis en
cavidades orgánicas como abdomen, espacios pleural y pericárdico.
La presencia del SHO es especialmente relevante en la práctica corriente en muchas
clínicas que no recurren al seguimiento hormonal en los ciclos estimulados. Golan y
cols.(2) reportan una incidencia del 8% a 23% para el grado leve, 0.005% a 7% para el
moderado, y 0.008% a 10% para el severo. De hecho, aparece algún tipo de SHO en
todas las pacientes sometidas a HOC con gonadotropinas y HCG e inclusive con citrato
de clomifeno (CC), aunque con este último el grado severo es muy raro. Los reportes
sobre la incidencia del síndrome varían debido a que muchas clínicas difieren en los
tipos de estimulación ovárica, clasificación utilizada y en la intensidad de seguimiento a
las pacientes, especialmente en grados leves y moderados.
No se conoce a cabalidad el verdadero mecanismo patogénico del SHO(3) y se ha
investigado el papel que podrían desempeñar varias hormonas y otras sustancias como:
estrógeno, progesterona, testosterona, prostaglandinas, histamina, prolactina, inhibina,
serotonina, aldosterona, sistema ovárico renina-angiotensina, factores plaquetarios, etc.,
sin que se haya logrado determinar que alguna de ellas desempeñe un papel categórico
en la patogénesis del síndrome. Si bien pueden estar involucrados otros agentes, la
HCG parece que juega un rol fundamental en la génesis de la complicación desde que
éste ocurre casi exclusivamente en ciclos en los que se la ha administrado (presentación
temprana, 7 días) o se ha producido endógenamente en un embarazo temprano
(presentación tardía, 12 a 17 días).
Usualmente la sintomatología se inicia con una sensación de distensión abdominal,
seguida de estado nauseoso, vómito y diarrea. Puede progresar hacia un estado de
completa pérdida de apetito y letargo. La presencia de respiración entrecortada y/o
disminución de la diuresis constituyen síntomas de particular significado de morbilidad,
dado que representan la acumulación de ascitis. Los signos clínicos pueden incluir
varios o todos los siguientes: aumento de peso, oliguria o anuria, hemoconcentración,
leucocitosis, hipovolemia, desequilibrio electrolítico (especialmente hiponatremia e
hiperkalemia), ascitis, derrame pleural y/o pericárdico, síndrome de dificultad
respiratoria, hipercoagulabilidad con secuelas tromboembólicas y, finalmente, falla
orgánica múltiple. Se han reportado casos mortales(4).
El curso natural del síndrome es autolimitado y su regresión espontánea tiene lugar a los
7 a 14 días, siempre y cuando la paciente haya sido sometida a los adecuados cuidados
médicos que impidan el deterioro de su salud. La resolución clínica es paralela a la
disminución de los niveles séricos residuales de la HCG exógena, administrada para
lograr la maduración ovocitaria como culminación de un ciclo de HOC.
3
Su incidencia y severidad dependerá de la presencia de factores de riesgo tales como:
mujeres menores de 35 años, ovarios poliquíticos, tipo y dosis de HCG utilizada ,
suplementación de fase lútea con HCG, embarazo consecutivo al ciclo de tratamiento,
historia previa de SHO, rápida elevación del estradiol sérico en la fase de estimulación
folicular, presencia de múltiples folículos (>15-20) de tamaño pequeño o mediano (12-
14 mm), y concentraciones séricas de estradiol muy elevadas previas a la inyección de
la HCG.
Desde hace 25 años atrás se han propuesto varias clasificaciones para disponer de una
mejor categorización del SHO y proponer guías uniformes para su prevención o
tratamiento. Las clasificaciones pioneras y originales fueron propuestas por Rabau y
cols.(5) en 1967 y Schenker y cols.(6) en 1978 y se basan en la severidad del síndrome
(leve, moderado y severo) subdivididos en seis grados. Estas propuestas, si bien en su
tiempo fueron difundidas y comprensivas, incorporan innecesariamente ciertas
subdivisiones. Las primeras clasificaciones del SHO se basaron en criterios clínicos y
de laboratorio, pero en 1989 Golan y cols.(2) propusieron un sistema simplificado
tomando como base datos clínicos, ultrasonográficos, y de laboratorio como se aprecia
en la Tabla I.
TABLA I. Clasificación del Síndrome de Hiperestimulación Ovárica(2)
Grado Datos y hallazgos clínicos
Leve
1
2
Moderado
3
Severo
4
5
Malestar y distensión abdominal
(1)+ náusea, vómito y/o diarrea, crecimiento ovárico (5-12 cm.)
SHO leve + ascitis evidenciada por ecografía
(3) + ascitis diagnosticada clínicamente y/o hidrotórax con dificultad
respiratoria
(4) + hemoconcentración, coagulopatía y disminuida función y
perfusión renales
El sistema clasifica en tres niveles (leve, moderado y severo) los cinco grados de
severidad del síndrome. Para muchos clínicos con experiencia en ciclos con SHO, no es
sorpresivo que muchas pacientes desarrollen signo-sintomatología grado 1, mismo que
ha sido reportado por los mencionados autores con una incidencia del 33%. Este
hallazgo frecuente debe servirnos como un recordatorio de que las manifestaciones
clínicas de SHO aparecen siguiendo una secuencia, lo que nos llevará a instaurar
medidas preventivas en la etapa temprana con objeto de evitar su progresión y mayor
morbilidad. Por otro lado, consideramos que los casos clasificados como severos deben
ser considerados potencialmente críticos y tratados hospitalariamente.
A esta clasificación Navot y cols.(7) le han añadido el estado crítico del síndrome para
resaltar una situación que puede poner en peligro la vida de la paciente, asociado
especialmente a una severa contracción del volumen sanguíneo con hemoconcentración
intensa, fallo orgánico y/o fenómeno tromboembólico. Tabla II.
4
TABLA II. Nuevos criterios acerca del estado severo y crítico del SHO(7)
SHO Severo SHO Crítico
Crecimiento ovárico variable
Ascitis ± hidrotórax
Hematocrito >45%
Leucocitosis >15.000
Oliguria
Creatinina 1.0-1.5 mg/dl
Depuración creatinina ¡Ý50 ml/min
Disfunción hepática
Anasarca
Crecimiento ovárico variable
Ascitis tensa ± hidrotórax
± derrame pericárdico
Hematocrito >55%
Leucocitosis >25.000
Oligo-anuria
Creatinina >1.6 mg/dl
Depuración creatinina ¡Ý50 ml/dl
Fallo renal
Fenómeno tromboembólico
Al parecer, entonces el principal evento en la génesis del síndrome es el aumento de la
permeabilidad capilar que desencadena la serie de fenómenos subsiguientes, viéndose
probablemente implicado en su fisiopatología el sistema ovárico renina-angiotensina.
Prorenina (PR) y renina activa (R) son sintetizadas en la especie humana por las células
de la teca ovárica, y se ha demostrado que tanto la hormona gonadotropina menopáusica
(HMG) como la HCG inducen la actividad de la renina activa a nivel de líquido
folicular y estimulan la producción de prorenina(8). Este líquido, además, contiene la
enzima convertidora de angiotensina (ACE), angiotensinas I y II; todas ellas, al parecer,
juegan papel importante en la regulación de la permeabilidad de la pared vascular y de
la esteroideogénesis ovárica.
Analizando la fisiopatología del síndrome, muchas teorías no alcanzan a explicar la
frecuente ausencia del mismo en pacientes que aparecen como de alto riesgo. Si bien el
tromboembolismo puede estar asociado al SHO y debe ser respetado por su potencial y
grave morbilidad, no se le considera necesariamente como un mecanismo integral de
esta patología. Estados de hiperestrogenismo pueden provocar hipercoagulabilidad
afectando al fenómeno de coagulación y a factores fibrinolíticos. La
hemoconcentración relacionada a la leucocitosis (>22.000/mm3) y la activación del
sistema fibrinolítico se han reportado como importantes signos de tromboembolismo
inminente en pacientes con SHO. Por tanto, las manifestaciones de trombosis en el
síndrome mas bien representan, aparentemente, la consecuencia del hiperestrogenismo,
hemoconcentración y presencia de HCG, antes que un aspecto intrínseco en su
fisiopatología.
Se ha mencionado la posibilidad de que en los procesos inflamatorios sistémicos y
locales (ováricos) se hallen involucrados mediadores como citoquinas, histamina,
prostaglandinas y el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), siendo este
último probablemente el más comprometido como mediador integral del SHO(9).
A pesar que el agrandamiento ovárico es observado infaliblemente, el verdadero
significado de este cambio en la patogénesis del síndrome no es concluyente. Es
5
frecuente observar que ovarios hiperestimulados como resultado de un tratamiento con
gonadotropinas y que no han sido aspirados, tienden a ser más grandes que aquellos
ovarios aspirados para finalidad de proseguir con la fertilización in vitro (FIV). En
consecuencia, la magnitud del tamaño ovárico no es habitualmente considerada como
un indicador pronóstico útil, ni como indicador válido del estado de la enfermedad.
Dahl Lyons y cols.(10) en 1994, sugirieron que existen dos tipos de presentación del
síndrome: una temprana y otra tardía, que constituirían dos entidades distintas y,
posiblemente, con diferentes factores predisponentes o de riesgo. La forma temprana se
presenta 3 a 7 días después de administrada la dosis ovulatoria de HCG y parece que se
relaciona a la magnitud de una respuesta ovárica precedente, mientras que la forma
tardía se identifica 12 a 17 días después de la dosis ovulatoria de HCG en mujeres con
gestación múltiple. Los parámetros para cuantificar la respuesta ovárica a la
estimulación en el ciclo de tratamiento previo, no son predictivos del desarrollo de SHO
tardío. Su serie incluyó apenas 10 casos de SHO y no quedó clara esta doble
presentación con diferentes factores predisponentes.
Asch y cols.(11) informaron del 38% de riesgo de SHO en ciclos de FIV con
concentraciones pico de estradiol superiores a 6.000 pg/ml el día de la administración de
la HCG. En cambio Morris y cols.(12) posteriormente, utilizando similares criterios y
parámetros, encontraron apenas un 8.8% de riesgo. La posible ocurrencia de SHO
temprano y tardío con diferentes perfiles de factores de riesgo puede parcialmente
explicar las discrepancias observadas en los dos estudios últimamente señalados; si en
realidad las dos formas propuestas de presentación del SHO tuvieran perfiles diferentes
de factores de riesgo a tal punto que puedan ser pronosticados por parámetros de
respuesta ovárica convencionalmente usados, bien podrían diferenciarse entre sí.
Para clarificar esta controversia, Mathur y cols.(13) en Inglaterra el año 2000 publicaron
una serie de 2.362 ciclos consecutivos de FIV, ICSI (inyección intracitoplásmica de
espermatozoides) y GIFT (transferencia intratubárica de gametos) en 1.565 pacientes
que alcanzaron la etapa de recuperación ovocitaria en el transcurso del estudio. El SHO
apareció en 78 ciclos (3.3%, 75 pacientes) con una presentación temprana de 48 ciclos
(2.03%) y tardía en 30 ciclos (1.27%). El tiempo promedio de aparición del SHO fue de
7 días después de la aspiración folicular, con un rango de 2 a 21 días. Los parámetros y
características de las pacientes se observa en la Tabla III.
6
TABLA III. Características de pacientes y parámetros de respuesta ovárica en
ciclos con SHO temprano y tardío y sin SHO. Modificado de Mathur y cols.(13)
Sin SHO (n=2.284) SHO temprano (n=48) SHO tardío (n=30)
Edad (años y rango)
Ovarios poliquísticos
Gonadotropinas
(ampollas)
Número de ovocitos
E2 un día de HCG
(pmol/ml)
34 (19 – 49)
93 (4.1%)
31.5 (10 – 164)
9 (1 – 37)
4.860 (944–22.097)
34 (23 – 41)
7 (14.6%)*
26 (13 – 60)*
13 (6-41)*
11.100 (3.030–15.600)†
33 (28 – 38)*
3 (10%)
30 (16 – 72)
13 (5 – 27)*
6.610 (3.251–10.620)
* Diferencia estadísticamente significativa del grupo sin SHO
† Diferencia estadísticamente significativa del grupo con SHO tardío
En la Tabla IV se analizan las tasas de embarazos obtenidas en los 3 grupos.
TABLA IV. Tasa de embarazo en ciclos con SHO temprano y tardío y sin SHO.
Reproducido de Mathur y cols.(13)
Sin SHO (n=2.284)* SHO temprano (n=48) SHO tardío (n=30)
No embarazo (%)
Embarazos clínicos (%)
Embarazos múltiples (%)
1.668 (73%)
557 (24.4%)
176 (7.7%)
35 (72.9%)
13 (27.1%)
3 (6.3%)
0
30 (100%)†
16 (53.3%)†
* Incluyen 59 embarazos bioquímicos
† Diferencia estadísticamente significativa de ambos grupos: sin SHO y SHO temprano
En resumen, el estudio apoya la hipótesis que el SHO ocurre en dos formas de
presentación, distinguibles por su tiempo de aparición. El SHO temprano se relaciona
con la sensibilidad ovárica y la magnitud de la respuesta ovárica preovulatoria a la
estimulación. El SHO tardío se relaciona escasamente con la respuesta ovárica; parece
mas bien relacionarse a la magnitud de la estimulación endógena de HCG proveniente
de la ocurrencia de la gestación. Esta forma parece de mayor severidad que la
temprana. Resulta difícil predecir criterios relacionados con la respuesta ovárica, por lo
que se requiere de mayor investigación sobre estrategias predictivas y preventivas a
considerarse para diferenciar las características de estas dos formas de presentación del
SHO.
7
Factores predisponentes o de riesgo
Se han descrito varios factores predisponentes o de riesgo asociados con el desarrollo
del SHO. Navot(14) recientemente publica una lista de estos factores que pueden
orientarnos adecuadamente para identificar a pacientes con bajo o alto riesgo al ser
sometidas a una hiperestimulación ovárica controlada o, con frecuencia, no controlada
debidamente. Tabla V.
TABLA V. Factores de riesgo asociados con el SHO. Modificado de Navot(14)
Alto Riesgo Bajo riesgo
Edad (< 35 años)
Ovarios poliquísticos
Bajo peso corporal
Tipo asténico
Niveles alto de E2 (>4.000 pg/ml)
Múltiples folículos (TRA) >20
Signo ecográfico de collar
Suplementación lútea con HCG
Protocolos con a-GnRH
Edad (>36 años)
Hipergonadotropismo
Elevado peso corporal
Contextura gruesa
Niveles bajos de E2
Pocos folículos
Quiescencia ovárica
P4 ó no suplementación
CC y/o HMG
Medidas preventivas
Su prevención debe iniciarse con la identificación de los factores de riesgo señalados y
con la modificación de los regímenes de estimulación, de tal manera de alcanzar un
adecuado balance entre una respuesta ovárica óptima y un desarrollo folicular excesivo.
Sin embargo, el síndrome en ciertos casos puede presentarse inesperadamente. La dosis
de gonadotropinas administradas tempranamente en el ciclo debe reducirse
inmediatamente que el seguimiento indique riesgo. Se ha sugerido que el cambio de
HCG por a-GnRH para inducir la ovulación puede ser otra conducta para reducir el
riesgo y la severidad del síndrome, cuando no se usan protocolos con a-GnRH desde el
inicio. Otra medida precautelatoria es la infusión intravenosa de solución de albúmina
humana hiperoncótica en el momento de la aspiración folicular. Se deben considerar
también, alternativamente, otras estrategias terapéuticas si el riesgo real las justifica
significativamente: aspiraciones y lavados repetidos de los folículos para disminuir su
contenido de células de la granulosa, la criopreservación de todos los embriones
obtenidos para futuras transferencias, evitar la producción de HCG endógena por un
embarazo temprano, la no administración de HCG y abandono del ciclo de tratamiento,
la disminución de las dosis de agentes hiperestimulantes en subsecuentes ciclos para
evitar la repetición del mismo problema, etc.
Luego de la cancelación de un ciclo de tratamiento, debido al alto riesgo de aparición
del SHO, se debe advertir a la pareja de respetar una abstinencia sexual por 2 ó más
semanas, dado que la ovulación espontánea puede ocurrir durante ese período si la
a-GnRH ha sido descontinuada, a pesar de que sería más conveniente continuar la
administración de a-GnRH hasta que se produzca una completa regresión folicular. El
uso de corticoides o antihistamínicos no ha demostrado un real beneficio en la
prevención del síndrome.
8
Su evolución clínica es autolimitada y rara vez demora más de 1 a 2 semanas en remitir
siempre que la paciente no quede embarazada, ya que si esto ocurre, la duración del
síndrome es más larga y sus hallazgos clínicos más severos, persistiendo
aproximadamente hasta los 60-70 días de gestación, cuando han descendido
considerablemente las concentraciones de HCG endógena.

TRATAMIENTO
El tratamiento del SHO depende de su grado de severidad, entre otras consideraciones.
Si es leve o moderado y el hematocrito es 44% o menos(15), su manejo puede ser
extrahospitalario a menos que la condición de la paciente se deteriore: reposo en cama,
observación, hidratación abundante, seguimiento regular hematológico y bioquímico,
así como exploraciones con ultrasonido para determinar el grado de crecimiento ovárico
y la presencia o no de ascitis; analgésicos y anti-eméticos pueden ser de utilidad.
En el grado severo es importante su reconocimiento inmediato: internamiento y manejo
especializado llevado a cabo por un profesional capacitado y con experiencia en SHO,
que deberá solicitar las investigaciones clínicas y paraclínicas necesarias al momento
del ingreso y repetirlas a intervalos apropiados, dictaminados por la condición de la
paciente. Se apoyará especialmente en los datos obtenidos del balance
hidroelectrolítico, perímetro abdominal y peso corporal, biometría hemática completa,
urea, creatinina, albúmina sérica y proteínas totales, pruebas de coagulación y de
función hepática, ultrasonidos pélvico-abdominales, radiografías de tórax, osmolaridad
séricas y urinaria, presión venosa central, entre otras.
El tratamiento está encaminado a restaurar un volumen plasmático normal y mantener la
perfusión renal, en espera de una resolución espontánea de la condición clínica. La
infusión intravenosa de expansores de volumen coloidales, de preferencia de albúmina
humana hiperoncótica a dosis de 50 a 100 g. cada 2 horas hasta 12 horas después de que
se reestablezca la hemoconcentración (hematocrito >45%) y la diuresis se reanude. El
uso de diuréticos puede coadyuvar cuando el nivel intravascular sea restablecido, pero
su tratamiento es bastante controvertido. La administración de sustancias
antiplaquetarias, el ácido acetilsalicílico, o de anticoagulantes, heparina, debe
considerarse si aparece evidencia de coagulopatía o tromboembolismo.
Vale la pena realizar una evaluación a conciencia y conocer a cabalidad los beneficios o
perjuicios que pueden proporcionar las diferentes medidas terapéuticas, especialmente
medicamentosas, en caso de manejo del síndrome de hiperestimulación ovárica, tal
como analiza Navot(14). Tabla VI.
En presencia de ascitis importante con marcada distensión abdominal que ocasiona
dificultad respiratoria o está asociada con insuficiencia renal, debe practicarse una
paracentesis transabdominal o transvaginal bajo guía de ultrasonido, lográndose una
mejoría dramática en la condición general de la paciente y en la restauración de la
función renal. Luego de este procedimiento, por lo habitual no será necesario recurrir a
la paracentesis toráxica(15). La cirugía está indicada en limitadas situaciones
emergentes: hemorragia interna consecuencia de una ruptura ovárica y torsión de quiste
ovárico; una indicación excepcional es la coexistencia de embarazo ectópico. La
9
interrupción terapéutica del embarazo es igualmente excepcional en aquellos casos que
no han respondido a todas las otras medidas, haciendo que tanto la paciente como el
médico se enfrenten a una decisión extremadamente difícil o heroica, que puede salvar
la vida de la paciente pero con secuelas psicológicas importantes.
TABLA VI. Ventajas y desventajas de varias terapias utilizadas para el
tratamiento del SHO. Tomado de Navot (14)
Terapia Ventajas Desventajas
Cristaloides i.v.
Restricción de
líquidos
Albúmina
Furosemida
Indometacina
Inhibidores de
ACE
Paracentesis
Heparina
Comunicación
peritoneo-venoso
Dopamina (goteo)
Angiotensina II
(AII)
Alivia la hemoconcentración
Mejora la perfusión renal
Controla la ascitis
Mejora la presión coloideoosmótica
Mejora la perfusión renal
Reduce todo el exceso de líquido
Puede bloquear la
hiperpermeabilidad inducida por
prostaglandina
Puede bloquear la
hiperpermeabilidad inducida
por angiotensina II
Alivia la ascitis tensa
Mejora la perfusión renal
Disminuye el riesgo del
fenómeno tromboembólico
Reemplaza la pérdida de
electrolitos y proteínas
Mejora el flujo sanguíneo renal
Pérdida inmediata del espacio vascular
Agrava la ascitis
Reduce la perfusión renal
Promueve la hemoconcentración
Producto de sangre humana
Reduce el volumen intravascular
Implicación de falla renal
Teratogénico
Riesgo de hemorragia, infección y
filtración
Aumenta el riesgo de hemorragia
Riesgo de auto toxicidad
Riesgo de infección
Necesidad de terapia intensiva

CONCLUSIÓN
El síndrome de hiperestimulación ovárica es una complicación fisiológica iatrogénica
cuyo conocimiento, fisiopatología, diagnóstico, prevención y tratamiento es de corta
data, debido a que se relaciona con los ciclos de técnicas de reproducción asistida
aplicadas comúnmente en la actualidad, y que utilizan hiperestimulación ovárica
controlada o más propiamente “no controlada”.
10
El síndrome debe ser necesariamente identificado dada su potencial capacidad de
ocasionar morbilidad crítica e incluso el fallecimiento de la paciente en casos de suma
severidad. Los clínicos que prescriben drogas para una hiperestimulación ovárica o
inducción de la ovulación, deben conocer la fisiopatología básica del SHO, dominar una
clasificación esquemática que le permita identificar el nivel o grado de la enfermedad,
conocer los perfiles de bajo y alto riesgo de cada una de las pacientes, recurrir a
medidas preventivas adecuadas, si el caso lo requiere, y estar enterado de los regímenes
terapéuticos correctos una vez diagnosticado el síndrome.
Son necesarias todavía muchas investigaciones relacionadas con varios aspectos del
SHO que en un futuro cercano nos permitan conocerlo mejor, prevenirlo y tratarlo
eficazmente.

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